Toma la calle
viernes, 29 de julio de 2011
Pienso, luego... (II)
Toma la calle
sábado, 23 de julio de 2011
Novela negra
En este momento me es inevitable pensar en todas las novela negras "nórdicas" que he leído últimamente: Mankell, los dos Larsson (Asa y Stieg), la noruega Anne Holt. Todas ellas traspasadas por un rumor de fondo, inquietante y amenazador, que en algunas es fragor declarado: la tela de araña silenciosa, plagada de complicidades, de la extrema derecha.
La novela negra es un género muy leído pero no siempre bien valorado. Como se puede inferir de este escrito, soy lectora voraz y propagandista activa de las novelas policíacas, libros que, como antaño hicieran las novelas picarescas, además de entretener, nos muestran todos los estratos sociales, desvelan recovecos, iluminan misterios. Las novelas policíacas también, a veces, intuyen masacres y anticipan desgracias.
Blog que nos cita
miércoles, 13 de julio de 2011
Alegría en la ventana
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos
está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.
sábado, 9 de julio de 2011
La cueva de Altamira
Recostados sobre las grandes piedras del suelo, pudimos abarcar mejor, ya que es baja la bóveda, aquel inmenso fresco de los maestros subterráneos de nuestro cuaternario pictórico.
Parecía que las rocas bramaban.
Allí, en rojo y negro, amontonados, lustrosos por las filtraciones del agua, estaban los bisontes, enfurecidos o en reposo.
Un temblor milenario estremecía la sala.
Era como el primer chiquero español, abarrotado de reses bravas pugnando por salir.
Ni vaqueros ni mayorales se veían por los muros. Mugían solas, barbadas y terribles bajo aquella oscuridad de siglos.
Abandoné la cueva cargado de ángeles, que solté ya en la luz, viéndolos remontarse entre la lluvia, rabiosas las pupilas...”
Rafael Albertí "La arboleda perdida"
Fueron muchas mis formas y mis muertes.